Problema del infierno

El Problema del Infierno es un problema ético en las religiones abrahámicas del cristianismo, el Islam y el judaísmo, en las que la existencia del Infierno (también conocido como Jahannam o Sheol) para el castigo de las almas en el Más Allá se considera inconsistente con la noción de un justo, ser supremo moral, omnipotente, omnibenevolente y omnisciente. Los defensores de esta teoría dicen que tampoco hay necesidad de que los tormentos sean tan crueles y desproporcionados. [cita requerida] David Hume expone el problema así:

El castigo, sin ningún fin o propósito adecuado, es inconsistente con nuestras ideas de bondad y de justicia [...] El castigo de acuerdo con nuestra concepción debería ser proporcional a la ofensa. ¿Por qué entonces el eterno castigo por las ofensas temporales de una criatura tan frágil como los hombres?[1]

El "Problema del Infierno" como problema ético, está dirigido a todas las religiones que creen en un infierno, y donde este es excesivamente cruel y sádico (tortura, dolor, fuego eterno, pena eterna) y son, por tanto, incompatibles con los conceptos como la justicia, la misericordia, y la bondad absoluta de Dios (nadie lo suficientemente cruel como para ejercer tales castigos puede tener las cualidades atribuidas a Dios). El problema del infierno gira en torno a cuatro puntos fundamentales: Dios existe, envía a las personas para allá, busca castigarlos por su desobediencia (todo pecado es desobediencia), no hay cómo escapar.

Los defensores de esta tesis suponen que cualquier dios capaz de condenar a sus hijos a la tortura no posee las cualidades de un padre, y que además, denota actitudes inhumanas como sadismo, crueldad, ferocidad, saña, perversión, revanchismo, falta de compasión, etc. Por lo tanto, "no se puede ser un padre amoroso y un sádico sediento de sangre al mismo tiempo".

Por tanto, así como la cizaña se recoge y se quema en el fuego, de la misma manera será en el fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y recogerán de su reino a todos los que son piedra de tropiezo y a los que hacen iniquidad; y los echarán en el horno de fuego; allí será el llanto y el crujir de dientes.
Evangelio de Mateo 13:40-42
Durante el Medioevo se estableció que cualquier pecado, no importa cuán pequeño sea, ameritaba tormento sin fin.
Y al siervo inútil, echadlo en las tinieblas de afuera; allí será el llanto y el crujir de dientes.
Evangelio de Mateo 25:30[n. 1]
  1. Panea Márquez, José Manuel (2009). «DE LA INMORTALIDAD DEL ALMA». De los prejuicios morales y otros ensayos (2a. ed edición). Tecnos. p. 71. ISBN 978-84-309-4990-8. OCLC 733856297. 


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